¿A dónde vas Europa?

José Luis Caballero.

. ¿A qué es debido este enfrentamiento entre la Federación Rusa (Vladimir Putin) y la Europa Occidental? Creo que es una pregunta procedente, en parte por su actualidad y en parte porque se dan confusas respuestas y a veces se confunden las causas inmediatas con las causas históricas. Sin pretender ser el más listo de los analistas, ni siquiera un analista, digamos que solo un observador, vamos a reflexionar un poco sobre el asunto.

En primer lugar estamos hablando de seres humanos, el animal más evolucionado del planeta Tierra y afinando un poco más estamos hablando de “hombres”, es decir lo que conocemos como masculinos o machos (como en otras especies), esencialmente más fuertes físicamente que las hembras, más violentos y más convencidos de la defensa de su espacio. Esto, está claro, nos remite a los primeros humanos, descendientes de los primates (o de los árboles para ser más específicos) con lo que implica de la defensa de su cueva, de su mínimo espacio vital. Ese hombre–macho defiende hoy en día su territorio y su propiedad del mismo modo que lo defendía el hombre de las cavernas. Eso creo que está claro cuando todavía hoy se mantiene ese recelo al “emigrante”, al “foráneo”, al extranjero, al vecino de al lado en nuestro mismo edificio o al “de fuera” que se dice en los pueblos de cualquier lugar. Esto que he dicho no tiene nada de nuevo o de invención, es simplemente poner las cosas en su sitio. No hay que olvidarlo pues eso explica sin lugar a dudas el origen del enfrentamiento por la caza, los cultivos, los lugares sagrados, las rutas comerciales, los bancos de pesca, los descubrimientos científicos e incluso la carrera espacial.

Dicho esto concretemos. ¿Qué ocurre con la Federación Rusa y las potencias, o semipotencias europeas? Es también sabido que lo que acordamos en llamar el Imperio Ruso se inició más bien en lo que hoy conocemos como Ucrania, el Principado Rus de Kiev y que ahí se gestó ese “nacionalismo” (término político inventado en la Revolución Francesa en el siglo XVIII) Las diversas tribus de ese gran espacio político geográfico se fueron organizando alrededor de ese símbolo, kan, zar o llámesele como se quiera y se fue creando esa ficticia unidad, ayudada por la religión, obligando a clanes, pueblos o colectivos a formar parte de él, unas veces por la fuerza y otras apelando a características comunes o parecidas, como el idioma, las costumbres, sus medios de subsistencia (ganado, agricultura, pesca…). De ese modo, habitual en todo el mundo, se fue creando el Imperio Ruso.

Siguiendo el desarrollo natural del ser humano–hombre ese Imperio empezó a vivir un desarrollo de solidificación interna y de expansión externa, hacia el Este y hacia el Sur pero también hacia el Oeste, con los enfrentamientos conocidos y que más nos atañen con los polacos, húngaros, rumanos, finlandeses, bálticos y finalmente con ese otro gran macho–imperio, el germánico. Así pues, desde finales de la Edad Media hemos ido teniendo conflictos permanentes entre ese imperio ruso y la Europa occidental y menos en oriente porque allí, solo el enfrentamiento con esos otros centros imperiales, China y Japón, provocó guerras más notables, el resto fue solo irse apropiando de rutas comerciales, zonas de cultivo y realidades políticas menos consolidadas como tártaros, uzbekos, o mongoles. Eso sí, con la excepción notable de los armenios a los que hubo que exterminar para ponerlos en su sitio.

Todo ese entramado, como se sabe tropezó con dos realidades que cambiaron el panorama, la Revolución que acabó con al Zar (pero no con la idea imperial, no seamos inocentes) y otro el enfrentamiento con ese otro gran imperialismo del que hablábamos (otro día concretaremos) el germánico–alemán ya desarrollado y existente a principios del siglo XX y que no podía ser de otra manera, tropezó con el imperialismo ruso. Estalló la guerra en 1914, como no podía ser de otro modo y la victoria de la Rusia Soviética, siguiendo la estela del Imperio Ruso, llevó al país más al oeste siguiendo la vieja idea cavernícola, nacionalista e imperialista. Como sabemos, la paz de 1918 no fue más que un punto y seguido y volvió a estallar en 1939 en las mismas condiciones que en 1914 con el añadido del retroceso de la ideología alemana a episodios macho–humanos, nacionalsocialismo, que remitía de nuevo a las cavernas.

Finalizada la guerra 1939–1945 con la victoria del nuevo imperio ruso (compartida pero menos) la realidad no cambió esencialmente en lo que se refiere a nuestro tema de estudio, (la realidad del conflicto Federación Rusa–Europa Occidental). Es decir, el antiguo Imperio Ruso (o de Kiev para ser exactos) sigue existiendo y su tendencia hacia el oeste sigue viva y en activo. No se puede convencer a un cavernícola “ruso” de que Ucrania no forma parte de su caverna, ni se le puede convencer de que un báltico, un polaco o un checo no tiene por qué formar parte de la Federación Rusa, es decir, de la caverna rusa.

La agresividad, el expansionismo, esa tara mental que luego se llamó “nacionalismo” están vivas como lo estaban en la época del conocido príncipe Oleg de Kiev allá por el siglo IX. Sobre el tablero, además de esa ideología machista–imperialista, están obviamente las razones económicas, como el potencial minero de Ucrania, la salida al mar Báltico o al Mediterráneo de la Federación Rusa, el deshielo del Mar Ártico que afecta al tráfico marítimo, los problemas financieros de unos y de otros, la baja cada vez más importante del papel del petróleo, etc.

Lo que no se puede pretender desde luego es dar soluciones a la fijación imperialista de Vladimir Putin, sin olvidar que sigue viva esa fijación en Alemania y, rebuscando un poco, se puede encontrar también en otros países europeos con la ventaja de que la existencia de la Unión Europea ha suavizado ese “nacionalismo” agresivo. No nos engañemos, solo lo ha suavizado.

De Estados Unidos y el imbécil que lo dirige hoy en día ya hablaremos en otro momento.

 

2 comentarios

  1. Martín Roberts dice:

    Excelente reflexión sobre el contexto histórico, en mi humilde opinión. En este sentido recomiendo «Frontera», un cuaderno de viaje fascinante de la antropóloga noruega Erika Fatland, que viajó por todos los países que lindan con Rusia durante dos años y se ahonda en la historia común de tener a un gigante como vecino a lo largo de los siglos.

  2. Una cosa es la historia que naturalmente es una condicionante en el devenir de los pueblos. Otra cosa, no menos importante es la naturaleza del ser humano, especialmente en aquellos cuyo ego predomina en sus actos, especialmente en los que llegan a tener el poder de manejar los hilos de las marionetas de los ciudadanos. Especialmente en la actualidad que esos hilos se van convirtiendo en fuertes cuerdas, sin apenas darnos cuenta en ir pasando de ciudadanos a súbditos, que es lo que creo desean como último objetivo.
    En esa dicotomía, la historia y la condición humana, nos encontramos hoy en día, y cada vez de manera más descarada y directa, es decir sin perder tiempo en disfrazar los mensajes, o quizás porque saber leer entre líneas ya sea una cosa perdida, o porque la comunicación moderna enmascara, de momento a los autores, la cual cosa permite editar falsas o cuando menos noticias e informaciones dirigidas directamente, que cuajan en la moda de la inmediatez y sea difícil enderezarlas con una contra noticia.
    Y en esas estamos, con un payaso rico que desea, no la riqueza, que ya la tiene, sino que le concedan el premio Novel de la Paz . Y con otro pirado que sueñe con recuperar para su país una potencia igual a la del pasado, Si es que algún día lo fue, pero eso es otra historia.
    Para más inri, una Europa que ha vivido como una ocupa de la protección norteamericana, que ahora el fututo premio Novel, le pide que se espabile solita, y que coge a siete mil funcionarios en Bruselas, con los calzoncillos en la mano dentro del armario para que no los pillen, eso sí; sin dejar de cobrar sus siete mil euros de nómina que sólo han servido para ir diluyendo, como un azucarillo en el café, el sentido inicial de la unión Europea.
    Solo queda por ir viendo en estas ecuación que factor juega China, porque los demás hace tiempo que están fuera y no se los espera.

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